La neuróloga barcelonesa Isabel Güell ha escrito un libro fascinante sobre el cerebro humano Un mundo extraño. Apuntes de una neuróloga sobre la mente humana (Debate, 2023). Además de hablarnos desde un punto de vista divulgativo de este órgano tan importante, nos ayuda a entender como se sentía el médico que tuvo que establecer el diagnóstico durante el covid-19, lo que supuso un elemento de tensión añadido con los pacientes.
Isabel Güell ha publicado, entre otros libros, El cerebro al descubierto (Kairós) y La pierna olvidada. Entender la memoria para mejorarla (Libros En Red). Dedicada al campo de las demencias y otras patologías del sistema nervioso central en el ámbito hospitalario y asistencial, escribe que la neurología es una especialidad “que por norma general requiere la presencia física no sólo del paciente, sino a menudo también del familiar o acompañante cercano”. O sea, la peor situación para ejercerla durante la pandemia.
En su libro nos cuenta algunos casos de sus pacientes desde una perspectiva próxima y donde el factor humano se combina con el médico y científico. Pero es justo este enfoque el que nos hace leer el libro de un tirón mientras seguimos con interés las distintas situaciones.

Isabel Güell
El libro apunta a la esperanza, algo distinto al milagro, y confía en un buen diagnóstico que es el comienzo de una camino que puede ser fructífero para el paciente. Entonces los lectores nos imaginamos, en un ejercicio de proyección, estar sentados al otro lado de la mesa enfundados en una bata blanca, y sentirnos igual de afectados por la salud del paciente que tenemos delante como esta neuróloga. Pero también, advierte, puede ocurrir lo contrario, situación en la que es mejor aconsejar al enfermo que se busque otro especialista.
Isabel Güell menciona los conflictos interfamiliares, ya que las enfermedades de la cabeza afectan de manera notable a los familiares directos, en un microcosmo donde se nos traen a colación reflexiones y ciencia, mientras comprendemos al marido con Parkinson y a su mujer, ya que a ella no le gusta como lleva su enfermedad porque desearía hacer la misma vida de siempre.
Aprendemos que cuando se dice que empleamos un 10 % de las capacidades que encierra nuestro cerebro, no es exacto. Lo que ocurre es que “somos capaces de realizar lo que se ha ido transmitiendo de generación en generación; poseemos funciones que podemos potenciar. Por este motivo, efectivamente, se acierta al afirmar su infrautilización”.
O que el Alzheimer afecta el 40 % de la población de más de 85 años. Debido al envejecimiento de las sociedades occidentales si en los próximos años no se encuentre una medicación que frene su desarrollo, media población deberá dedicarse a cuidar a la otra mitad.
Nos sorprende el caso de la mujer con Alzheimer que juega sola a las cartas contra ella misma como si fuese dos personas. Primero se sienta en una silla y elige las cartas de un jugador y luego repite la operación en el otro asiento, gracias a que su memoria corta es nula y no recuerda la jugada del primer jugador.
Leemos de la sabiduría del médico y la intuición del paciente, las situaciones de soledad que el confinamiento agudiza y nos corrobora lo que todos sabemos desde el otro lado de la trinchera. Que el médico puede cambiar nuestra forma y calidad de vida, lo que también implica una responsabilidad para él y que pese a que mantenga actualizado su conocimiento, puede equivocarse con consecuencias irreparables.
Y al final se habla de las consecuencias de la pandemia en nuestro cerebro. La neuróloga no se pronuncia de los cambios mentales que comportará. Es un órgano hecho para aprender y olvidar, que evoluciona constantemente, y que se basa en la adaptación al medio y la experiencia para crecer. Por eso es tan importante estar activo intelectualmente. Es el cerebro el que te hace mantenerte joven, y cada vez que aprendes algo lo estás desarrollando.
Isabel Güell afirma que la historia de la humanidad es reciente y si sabemos conservar el planeta seguirá habiendo gente con cabezas preparadas para hacer cosas tan maravillosas como la vacuna contra el Covid-19. De momento, nos contentaríamos en tener como médico de cabecera y cabeza a esta neuróloga que nos reconcilia con una profesión que “va camino de perder hasta la bata”, según nos cuenta. Esperemos que no sea su caso.