Saro Di Bartolo es un fotógrafo italiano ecléctico, abierto a todo, cómodo con todo y con una curiosidad sólo limitada por su instinto. Trabaja como fotógrafo desde 1969, simultáneamente a sus otras actividades. Ha sido traductor de muchas «personas importantes de nuestro mundo». Su pasión sigue siendo la fotografía, a través de sus largos reportajes en diferentes partes del mundo. A partir de los años 80, se involucra activamente en las posibilidades que ofrecen internet y los multimedia. Esto le ha valido prestigiosos premios y numerosas publicaciones. Todas sus imágenes son pulcras, limpias, estéticas, equilibradas, enmarcadas. Se nota que Saro Di Bartolo es un perfeccionista, meticuloso en cada detalle, respetuoso con sus sujetos que aparecen con su sorpresa y una bonhomía natural. Su discurso se inscribe en una expresión directa a través de paisajes en representaciones estéticas exacerbadas y seductoras. Su dominio técnico de la fotografía es impecable. Así, nos quedamos congelados ante la imagen y la improbable historia de nuestro planeta se revela y se instala en nuestro cerebro. Si volvemos a ver la misma fotografía, dentro de veinte o treinta años, la reconoceremos inmediatamente, con los pensamientos que asociamos a ella la primera vez.
La construcción gráfica de las imágenes se lleva siempre al límite de la eficacia comunicativa. El trazo y la colocación de cada color contribuyen al efecto de sensibilización deseado. La precisión en la representación de los distintos planos de campo no deja lugar a posibles confusiones para cada historia local. Cada plano está cuidadosamente ejecutado, se adapta a los lugares representados. Nada falta en cada plano, nada sobra tampoco. El automatismo artificial no es apropiado sin la determinación del creador. Es evidente que todo el proceso está bajo el control permanente del autor.
Si Saro da la impresión de ser un soñador apacible, un poco desordenado fuera de las exigencias de su fachada social, su destreza fotográfica tiene la precisión del bisturí de un cirujano. (Texto de Thierry Maindraul)
Saro Di Bartolo
